13.5.08

Sobre mutantes, paranoia y verdades incómodas

Ahora mismo estoy superado. Aquí debería haber un post sobre la serie The Wire, pero la cosa está empantanada. Está quedando larguísimo, son tantísimas las cosas que decir sobre esa maravilla que no sé si voy a dar abasto. Así que de momento lo dejo, a ver si mañana con la mente más clara soy capaz de terminarlo medio decentemente.

Mientras tanto, resulta que Alvy Singer habla hoy sobre uno de mis relatos Dickianos favoritos, El hombre dorado. El siguiente texto aparece en el tercer volumen de los cuentos completos de Dick, El Padre-cosa, editado hace años por Martinez Roca. Se lo he dejado a Alvy como comentario, y me parece lo bastante jugoso como para colgarlo aquí también. Y si no, al menos gano tiempo para salir del cenagal en que me he metido con The Wire. Juanma, el tipo de los truco baratos. Ese soy yo.

"A principios de los años 50 una gran parte de la ciencia ficción norteamericana versaba sobre humanos mutantes y sus gloriosos superpoderes y superfacultades, los cuales conducirían a la humanidad hacia un estado superior, una especie de Tierra Prometida. John W. Campbell Jr., director de Analog, exigía que los relatos que compraba trataran de tales mutantes maravillosos, y también insistía en que los mutantes siempre debían ser presentados como: 1) buenos y 2) al mando de la situación. Cuando escribí El Hombre Dorado intenté demostrar: 1) el mutante puede no se bueno, al menos para el resto de la humanidad, los mortales ordinarios, y 2) que puede no estar al mando de la situación, sino que se esconde de nosotros como un bandido, un mutante malvado más perjudicial que beneficioso para los humanos. Éste era el punto de vista sobre los mutantes psíquicos que Campbell detestaba en particular, y el tema de ficción que se negaba a publicar... de modo que mi relato apareció en If.

(...)

En el número de If posterior a la publicación de El Hombre Dorado apareció un editorial de dos páginas, consistente en una carta escrita por una maestra de escuela, en la cual se quejaba de El Hombre Dorado. Era la misma queja de John W. Campbell Jr.: me recriminaba presentar a los mutantes bajo una luz negativa y exponía la teoría de que los mutante debían ser 1) buenos y 2) estar al mando de la situación. Había vuelto al punto de partida.

Mi teoría sobre por qué la gente adoptaba este punto de vista es la siguiente: Creo que estas personas imaginaban en secreto que eran manifestaciones incipientes de estos Übermenschen bondadosos, sabios y superinteligentes que guiarían a los estúpidos (o sea, todos los demás) a la Tierra Prometida. En mi opinión, abrigaban una fantasía de poder. La idea del superhombre psíquico que asume el control de la situación había aparecido en Juan Raro, de Stapledon, y en Slan, de A. E. Van Vogt. El mensaje rezaba "Ahora nos persiguen, desprecian y rechazan, pero más adelante ¿les vamos a enseñar lo que es bueno!"

En mi opinión, ser gobernados por mutantes psíquicos sería como conceder al zorro la responsabilidad del gallinero. Reaccioné contra lo que consideraba una peligrosa sed de poder, manifestada por individuos neuróticos, una sed de poder que John Campbell Jr. gratificaba, y de forma deliberada.

(...)

También afirmo que los mutantes son peligrosos para la gente corriente, un concepto que Campbell deploraba. Se supone que debíamos considerarles líderes, pero siempre me inquietó lo que ellos podían pensar de nosotros. Quizá no querían liderarnos. Quizá, desde su nivel superevolucionado, opinaban que no merecía la pena. En cualquier caso, aunque accedieran a ello, me inquietaba el destino final. Puede que estuviera relacionado con edificios señalados como DUCHAS, pero que en realidad no lo eran."

Y ahora, si a alguien le apetece hablar sobre los X men, o sobre aquella novela de Spinrad que simulaba ser una fantasía heróica escrita por Hitler, o sobre alguna verdad incómoda sobre esos vicios que muchos compartimos estáis en vuestra casa.

4 comentarios:

BUDOKAN dijo...

Intersante reflexión sobre ciertos tópicos o temas de la ciencia ficción. Me gustó el apartado sobre los mutantes. Saludos!

Higronauta dijo...

Desde el conocimiento aproximado y borroso (no he leído El hombre dorado ni Slan), dudeo: ¿Lo que pretende Dick es agenciarse con esa vuelta de tuerca del mutante? Lo pregunto porque Slan, de van Vogt, unos añitos antes, ya pintó al mutante como ser odiado y odiante por los humanos, organizados secretamente para la dominación mundial...

Juanma Sincriterio dijo...

Bueno, en Slan el prota es odiado y despreciado por ser mutante, pero acaba liderándonos a todos, al ser evidentemente superior. Eso es contra lo que reacciona Dick. No es que se agencie la idea, sino que, como buen paranóico que era, no tenía nada claro que alguien "superior" vaya a tener ningún interés en hacer nada por nuestro bien.

Dani Lebowski dijo...

En efecto, Dick nunca concibió al mutante como un ser que actuase en beneficio de la humanidad, sino como un eslabón más allá de nuestra raza, más bien miserable.