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3.10.07

Universo de locos

Quien lleve pasando por este rincón algún tiempo sabrá de mi profunda admiración por la obra de Fredric Brown, así que no debería ser ninguna sorpresa que considere este volumen, que contiene no una sino tres de las novelas de cf de este hombre, una joya de las valiosas. Tres novelas independientes, la que da título al volumen, Las estrellas desafiantes ("Por sendas estrelladas" en anteriores ediciones) y tal vez su novela más famosa, ¡Marcianos largo de aquí! (anteriormente conocida como "Marciano, vete a casa" o "Marcianos, go home"). Independientes, pero sin embargo algún que otro punto en común. Para empezar, más que novelas de ciencia ficción me han parecido novelas sobre la ciencia ficción. Sobre los fans, sobre los lectores y sobre los autores. Y para qué negarlo, eso no me lo esperaba.

Siguiendo con esta idea, Universo de locos sería la novela que retrata la ciencia ficción más escapista, las revistas pulp (en las que el mismo Brown publicaba) y la mentalidad cuadriculada del fan típico de la época, el que enviaba cartas enfurecidas a las revistas y fanzines criticando a los autores, exigiendo mejores ilustraciones de señoritas con menos ropa y monstruos más horribles. La mentalidad de este "fan típico" es la que da lugar al universo al que se ve transportado el protagonista (un editor de revista, el que "sufre" todas esas misivas enviadas por fans), un universo surgido de la imaginación uno de los fans. Un momento... ¿Un universo creado por la mente de una persona? ¿Alguien dijo Dick? Pues sí, Fredric Brown es una influencia confesa de Dick, y leyendo esta novela no es difícil ver por qué. Igual que haría Dick años más tarde, el universo en que se desarrolla la historia sirve en realidad para estudiar el tipo de mente que posee el "creador". En este caso, la mente de un fan radical de la ciencia ficción de finales de los años cuarenta. O no, porque no es esa la única pirueta dickiana que esconde Universo de locos.

En Las estrellas desafiantes el tono humorístico desaparece, y lo que hay es una historia bastante más melancólica. Es la historia de alguien con un sueño, alguien ya entrado en años (un protagonista casi anciano era algo bastante excepcional en la ciencia ficción de los primeros años cincuenta) que hará todo lo posible por cumplir su sueño de llegar a las estrellas. Aunque la tecnología del momento afirme que es imposible. No hay aquí ni alienígenas invadiendo nada, ni aventuras de ningún tipo, ni teletransporte... Solo un tipo persiguiendo su sueño. Si Universo... se burlaba de ciertas actitudes del fándom de la época, Las estrellas... es un homenaje a un género. Y un homenaje poco velado, además: El protagonista reconoce en varias ocasiones que su sueño nació leyendo viejas historias de ciencia ficción (entre ellas una tal "Universo demente"...), y no deja de recomendar disfrutar de ellas "¿Qué más da si son malas? Lo importante es que te hagan soñar".

¡Marcianos, largo de aquí! es, seguramente, la novela más conocida de Fredric Brown. Y es seguramente la historia de invasiones marcianas más cachonda que se ha escrito jamás. Y si las anteriores trataban sobre lo mejor y lo peor de la ciencia ficción, en esta ocasión el protagonista es el responsable de todo: El creador. Un escritor de pulps, con la típica crisis del folio en blanco es el centro de la narración. Y luego están los marcianos, claro. Los marcianos más cabrones que se hayan visto. Físicamente inofensivos, pero tocahuevos hasta límites insospechados. Del tipo que aparecen en un funeral mientras todo el mundo habla de lo bueno que era el fallecido e interrumpen para decir "Eh, pues la semana pasada decías que era despreciable" o "¿Sabías que se acostaba con tu mujer?". Ese tipo de mala leche, pero a escala planetaria. Muy cabrones. La mayor parte de la novela consiste en los marcianos dando por culo por todo el mundo, y el resto se centra en la figura del escritor. Un escritor, ya se ha dicho, en crisis, acostumbrado a escribir sobre marcianos pero incapaz de seguir haciéndolo ahora que están a la vista. O sea, un escritor que ha visto como su "visión personal" se ha convertido en la real, en la de todo el mundo.

2.6.07

Paradojas temporales

Viendo la que se ha organizado en el post anterior, y lo que dan de sí los viajes en el tiempo, nunca está de más conocer la opinión de un maestro. Con ustedes Fred Brown con:

EL EXPERIMENTO

- La primera máquina del tiempo, caballeros - Informó orgullosamente el profesor Johnson a sus dos colegas -. Es cierto que sólo se trata de un modelo experimental a escala reducida. Únicamente funcionará con objetos que pesen menos de un kilo y medio y en distancia hacia el pasado o el futuro de veinte minutos o menos. Pero funciona.
El modelo a escala reducida parecía una pequeña maqueta, a excepción de dos esferas visibles debajo de la plataforma.
El profesor Johnson exhibió un pequeño cubo metálico.
- Nuestro objeto experimental - dijo - es un cubo de latón que pesa quinientos cuarenta y siete gramos. Primero, lo enviaré cinco minutos hacia el futuro.
Se inclinó hacia delante y movió una de las esferas de la máquina del tiempo.
- Consulten su reloj - advirtió.
Todos consultaron su reloj. El profesor Johnson colocó suavemente el cubo en la plataforma de la máquina. Se desvaneció.
Al cabo de cinco minutos justos, ni un segundo más ni un segundo menos, reapareció.
El profesor Johnson lo cogió.
- Ahora, cinco minutos hacia el pasado. - Movió otra esfera. Mientras aguantaba el cubo en una mano, consultó su reloj -. Faltan seis minutos para las tres. Ahora activaré el mecanismo - poniendo el cubo sobre la plataforma - a las tres en punto. Por lo tanto, a las tres menos cinco, el cubo debería desvanecerse de mi mano y aparecer en la plataforma, cinco minutos antes de que yo lo coloque sobre ella.
- En este caso, ¿cómo puede colocarlo? - preguntó uno de sus colegas.
- Cuando yo aproxime la mano, se desvanecerá de la plataforma y aparecerá en mi mano para que yo lo coloque sobre ella. Las tres. Presten atención, por favor.
El cubo desapareció de su mano.
Apareció en la plataforma de la máquina de tiempo.
- ¿Lo ven? ¡Está allí, cinco minutos antes de que yo lo coloque!
Su otro colega miró el cubo con el ceño fruncido.
- Pero - dijo - ¿y si ahora que ya ha sucedido cinco minutos antes de colocarlo ahí, usted cambiara de idea y no lo colocase en ese lugar? ¿No implicaría eso una paradoja de alguna clase?
- Una idea interesante - repuso el profesor Johnson -. No se me había ocurrido, y resultará interesante comprobarlo. Muy bien, no pondré...
No hubo ninguna paradoja. El cubo permaneció allí.
Pero el resto del universo, profesores y todo, se desvaneció.


Editando:Rusoazul, que está que se sale, además de colaborar con otro relato de papá Brown en los comentarios, propone listar todas las series que se os ocurran en las que los viajes en el tiempo y/o paradojas temporales hagan acto de presencia. Y yo que me apunto a un bombardeo digo: Vamos allá, convirtamos este post en un especial viajes en el tiempo. Las primeras aportaciones, del susodicho rusoazul son las siguientes:

- El túnel del tiempo
- Star Trek (todas las series)
- Voyagers
- Timecop
- The Triangle (miniserie que, creo, se emitió en España con el título del Triángulo de las Bermudas).

¿Se os ocurren más? ¿Os parece que listemos también películas? Vosotros mismos, este post lo vais a completar vosotros.

A bote pronto, sin meditar demasiado y sin salirme del tema series, se me ocurre añadir Dr. Who. Seguiré haciendo memoria.

Os toca.


2.4.07

Recordando a Fredric Brown

El pasado once de marzo se cumplieron 35 años de la muerte de Fredric Brown (no Frederic ni Frederik ni Fredrik, el hombre odiaba que se escribiera mal su nombre). Este aniversario pasó bastante desapercibido, tapado por el de Lovecraft, pero es normal. Brown siempre ha sido un tapado. Otros compañeros de generación (Asimov, Clarke, Bradbury...) se llevaron la fama, mientras que él se limitó a escribir cosas increíbles. Tan increíbles que gente como el (justamente) idolatrado Philip K. Dick consideraba alguno de sus cuentos como " de los más influyentes jamás escritos", o que el titán de la novela negra Mickey Spillane gritaba a los cuatro vientos que Brown era su escritor favorito de todos los tiempos. Más aún, Jose María Merino, uno de nuestro más reputados autores, coloca sus relatos en la cima de la ficción del siglo XX. Incluso el eterno niño prodigio Tim Burton se empapó de su novela "Marcianos, go home" antes de rodar Mars Attacks! (los marcianos de Brown, por cierto, son menos violentos pero mucho más cabrones que los de Burton).
Lo que sigue es una pequeña gran muestra de su desmesurado ingenio.

"EL FINAL
El profesor Jones había trabajado en la teoría del tiempo a lo largo de muchos años.
- Y he encontrado la ecuación clave - dijo un buen día a su hija -. El tiempo es un campo. La máquina que he fabricado puede manipular, e incluso invertir, dicho campo.- Apretando un botón mientras hablaba, dijo:- Esto hará retroceder el tiempo el retroceder hará esto - dijo, hablaba mientras botón un apretando.- Campo dicho, invertir incluso e, manipular puede fabricado he que máquina la. Campo un es tiempo el. - Hija su a día buen un dijo -. Clave ecuación la encontrado he y.Años muchos de largo lo a tiempo del teoría la en trabajado había Jones profesor el.
FINAL EL"

A eso lo llamo yo ser conciso y contundente. Porque Brown era un especialista, sobre todo en sus cuentos cortos, en finales sorpresa que realmente sorprenden. Lo suyo no eran los grandes despliegues estilísticos, sino más bien la economía de medios, el utilizar siempre la palabra justa, y nunca más de las necesarias para enganchar al lector y manejarlo a su antojo. Puede que la clave de su relativo olvido estén en que se dedicó principalmente al relato corto (y muchas veces, como habéis visto, supercorto), sumado al hecho de que muchos de ellos eran humorísticos (y graciosísimos. Seguramente fue el humorista definitivo de la cf. Leed Marcianos go home si no me creéis). Bueno, el desprecio que profesaba hacia el fandom cienciaficcionero también debió ayudar a que no quisieran recordarle mucho. "Nos están invadiendo. Los fans quieren entrar en el negocio, quieren escribir y editar; nos arrollarán y se harán dueños de todo en menos de veinte años. No podremos hacer nada para evitarlo.", dijo en una ocasión. Esta afirmación, acompañada de esa puñalada trapera a los aficionados que es "Universo de locos" pueden ayudar a explicar que, por ejemplo, Brown no aparezca ni siquiera en la Enciclopedia de la Ciencia Ficción de John Clute, el más completo "Quién es quién" en la ciencia ficción.

Pero no solo se dedicó a la ciencia ficción: Ahí donde le véis, este señor es, además, un clásico de la novela criminal. La trampa fabulosa, Un trago para el camino, El asesinato como diversión y, sobre todo, Noche Diabólica (o La noche a través del espejo, hay varias traducciones de Night of the Jabberwok), son clásicos del género. Ésta última, en concreto, es seguramente su obra maestra. Una noche de pesadilla para su protagonista, un maduro y alcohólico periodista (como el mismo autor, que sufrió toda la vida de una desmedida aficción al Whiski) de un pequeño diario del típico pueblo en que nunca pasa nada. Una noche de borrachera en la que los límites de la realidad se vuelven difusos. La sombra de Lewis Carroll, su imaginería, sus juegos de palabras y lógicos, sobrevuelan todo el relato. Un libro de misterio pero con un aroma a fantasía oscura realmente potente, un libro inquietante. ¿La pega? Pues que es casi imposible de encontrar, igual que el resto de la obra de Fred Brown. Exceptuando los cuentos completos de cifi, que editó gigamesh hace poco, y Marcianos go home, también reeditada por Bibliopolis, lo demás es inencontrable. Bueno, casi, porque con esto del interné...

3.5.06

Ven y enloquece

"Imagina fantasmas, dioses y diablos.
Imagina cielos e infiernos, ciudades flotando en el aire y ciudades hundidas en el mar.
Unicornios y centauros. Brujas, hechiceros, genios y hadas.
Ángeles y harpías. Pociones y encantamientos. Seres elementales, espíritus y demonios.
Todas esas cosas son fáciles de imaginar; la humanidad lleva miles de años maginándolas."


En estas dos antologías, Ven y enloquece y Luna de miel en el infierno (y otros cuentos de marcianos) están todos los cuentos de temática fantástica de Fredric Brown. Con ésto debería bastar para que hubiera estampidas de gente hacia las librerías, pero por desgracia no es así. Mientras todo el mundo sabe quién fue Asimov, y mucha gente conoce a Bradbury, a Brown no le conoce casi nadie. Pero quienes le conocen le aman.

"Imagina naves espaciales y el futuro.
Es fácil; el futuro llegará, y tendrá naves espaciales.
¿Acaso hay algo que sea difícil de imaginar?
Por supuesto que sí"


Hay quien le ama por su sentido del humor (es, sin duda, el mejor humorista que ha dado la ciencia ficción. Y punto.), y quien lo hace por su imaginación. Quien lo hace por su dominio a la hora de conducir las tramas en sus novelas y quien lo hace por su economía a la hora de construir sus relatos cortos y ultracortos. Incluso hay quien ama su faceta de escritor de policíaco (La trampa fabulosa y La noche a través del espejo están muy bien consideradas entre los aficionados a la novela negra).
Y hay quien lo hace por todo junto.

Entre los dos tomos suman 124 razones para amar a Brown en formato corto. Razones que pasan por las carcajadas que provoca cuando se pone sarcástico, por la capacidad para dejar al lector con la boca abierta con su dominio de los finales sorpresa (¡que aún sorprenden pese a tener estos relatos más de 40 años!), por su capacidad para angustiar cuando se pone serio (solo hay que ver el título del primer volumen, Ven y enloquece. El relato le hace justicia) o por sus destellos visionarios (hay críticas/burlas a las estrategias publicitarias absurdas que tanto abundan hoy día en relatos suyos de... 1945!). Razones múltiples y variadas.
Motivos más que suficientes para respaldar la afirmación de que Brown debería ser tanto o más conocido que los ya citados Asimov y Bradbury, simplemente porque es mejor y más divertido que ellos (sin desmerecerles en absoluto).

"Imagina un fragmento de materia, y a ti dentro de ella, consciente, pensando y por tanto sabiendo que existes, capaz de hacer que el fragmento de materia en el que te encuentras se mueva, de hacer que duerma o despierte, que haga el amor o que suba una colina.
Imagina un universo, infinito o no, como más te apetezca, con un millón de millones de millones de soles.
Imagina una pelota de barro girando enloquecida alrededor de uno de esos soles.
Imagínate a ti mismo de pie en esa pelota de barro, girando con ella, girando a través del tiempo y del espacio hacia un destino desconocido.
¡Imagina!"


Los fragmentos en cursiva son una de esas razones. El relato se titula, como no, Imagina. Díganme que no les ha provocado algo de vértigo...