22.3.06

El peso del humo


Sigo nostálgico, no puedo evitarlo. Hace un par de semanas cayó en mis manos, de forma totalmente inesperada (estaba chafardeando en la pila de dvd de oferta de un centro comercial y la vi allí, sola y muy muy bien de precio), la película Smoke, de Wayne Wang y Paul Auster. La había visto en su momento, y guardaba un recuerdo muy grato de ella, así que me acompañó a casa, entre los tomates y el detergente. Ya en casa, me pasé por uno de los blogs que frecuento y... ¡sorpresa!: Un comentario sobre la última novela de Auster. Esto sumado a que un par de días antes me había topado con una entrevista al propio Auster no dejaba lugar a dudas: El azar quiso que me encontrara con la película.

En los créditos del film dice que el director es Wayne Wang, pero eso no es del todo cierto: Auster ejerció, además de guionista, de "director suplente", dirigiendo algunas escenas. Pero aparte de eso, la película es puro Auster. Nació a partir de un cuento de navidad que escribió el susodicho con muy malas intenciones: "El cuento de navidad de Auggie Wren", una historia navideña (con la que finaliza la película)en la que el protagonista roba y engaña, un cuento de navidad muy políticamente incorrecto. Pero precioso. Smoke es la historia (más bien las historias) de Auggie (un Harvey Keitel en racha, encadenando como si nada Reservoir Dogs, Pulp Fiction, Smoke, Bad Liutenant...), un estanquero de Brooklyn, y la gente que pasa por allí. Una historia sobre la gente de un barrio, y sobre las historias que cuenta la gente mientras se fuma un cigarro.

Gente como el escritor Paul Benjamin (William Hurt, recién recuperado de una de sus "crisis alcohólicas", bordando el papel), como el chico que busca a su padre, o la antigua novia de Auggie... Gente normal y a la vez singular. Gente que habla todo el rato y que merece la pena escuchar. Historias como la del experimento para averiguar el peso del humo o la del escritor a punto de morir que se fumó la única copia del manuscrito en el que llevaba trabajando años, o el cuento de navidad... No tiene precio. Y ese puntito de incorrección política ("Han prohibido fumar, quieren prohibir el alcohol, y lo próximo será el sexo. Dentro de unos años sonreir a alguien serádelito") es para relamerse.

Una película diferente, tranquila y para saborear, como un buen puro. Un gran guión, un puñado de actores en estado de gracia y un director muy capaz, todos entusiasmados con el proyecto y dando lo mejor. Tan entusiasmados estaban que, aprovechando las visitas de amigos como Madonna. Lou Reed o Jim Jarmush durante el rodaje, medio improvisaron una segunda parte, que rodaron en muy pocos días, medio en serio y medio en broma., y que se estrenaría el año siguiente, titulada "Blue in the face". Y si Smoke es una película diferente, Blue in the face es, directamente, la continuación más extraña de la historia. A saber: Lou Reed es el sustituto de Keitel en el estanco de tabaco y se marca un monólogo antológico, Jim Jarmush explica lo que no le gusta de las pelis de tiros, Madonna aparece para entregar un telegrama cantado, con disfraz y todo... y al final Rupaul, que pasaba por allí, se las arregla para que todo el mundo acabe bailando en la calle. Más que una película parece el resultado de una fiesta. Deslabazada pero divertida.

Y aquí lo dejo. Como dice Auggie:

"Nunca sabes qué va a pasar. Y cuando crees que sabes qué pasará es cuando te das cuenta de que no tienes ni puta idea"

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