"El Congo. Imaginemos una superficie tan grande como Inglaterra, Francia y España juntas. Imaginemos, ahora, toda esa superficie cubierta por árboles de entre seis y sesenta metros de altura. Y, bajo los árboles, nada."
Cuantas más vueltas doy a Pandora en el Congo más cosas encuentro para comentar, y menos clar tengo cómo hacerlo.
Por una parte está el relato de aventuras en la selva, el núcleo de la novela (prácticamente una novela dentro de la novela), la historia de una expedición en busca de oro y diamantes y el encontronazo que tiene lugar con unas criaturas subterráneas con no muy buenas intenciones. Esta parte puede recordar a la anterior obra de Albert Sánchez Piñol, pero que nadie se equivoque: No está volviendo a contar la misma (impresionante) historia cambiando el decorado, aquí cuenta más la aventura (oscura, pero aventura) que el agobio y la tensión casi insoportables de La piel fría. Además, no es esta la historia que realmente explica Pandora en el Congo.
Porque la otra parte de la novela cuenta "la historia de la historia", y es casi más arrebatadora que el segmento selvático.
El protagonista es un escritor primerizo a principios del siglo XX, que se gana la vida como "negro" de un conocido autor de noveluchas pulp de aventuras en la jungla. Al quedar sin trabajo, es contratado por un abogado para que novelice la historia de uno de sus defendidos, condenado a muerte. Así, la narración va saltando entre la historia que cuenta el condenado (la expedición) y los esfuerzos del escritor para conseguir una obra digna, intentando escapar del estilo cutre de sus anteriores obras. Casi diría que, más que una novela de aventuras fantásticas, Pandora en el Congo es una obra que trata sobre la escritura.
Pero Albert Sánchez Piñol es un enamorado de la trama, y aquí consigue que la sección selvática sea arrebatadora, por ritmo e intensidad (que no alcanza las cotas de tensión de La Piel Fría pero lo compensa con un sentido del humor del que carece la anterior), y que la "sección Londinense" suba aún más el nivel, contando los problemas, las dudas, todo el proceso de documentación y creación de la novela, así como la vida del autor en esos tiempos.
Huy, huy, huy... ¿Es una novela supersesuda, para enteradillos?
NO rotundo. Es una novela que engancha desde el principio, escrita con un estilo chispeante, mucho más florido y exhuberante que el usado en La Piel Fria (que era seco hasta decir basta), y un sentido del humor que en ocasiones traspasa claramente los límites del cachondeo. No solo he disfrutado como un enano leyendo Pandora, sino que me he reído con este libro como hacía tiempo que no me reía. De verdad...
"(Obviamente, NO tenemos una explicación plausible para justificar que unos legionarios romanos se hayan perpetuado en la selva y sin el concurso de una matriz femenina. Bien, este es el típico incidente narrativo donde no hay más remedio que recurrir a la TEORÍA DE LAS ESPORAS.)"
Además, no puedo estar más de acuerdo con lo que este libro dice en algún momento: Los buenos y los malos libros, en el fondo, utilizan los mismos ingredientes. Y la diferencia entre los buenos y los malos no es la pertenencia o no a un género o tradición, sino, simplemente, el estilo y la pasión con que estén hechos. Éste, para mi gussto, anda bien sobrado de ambos.
Cuantas más vueltas doy a Pandora en el Congo más cosas encuentro para comentar, y menos clar tengo cómo hacerlo.
Por una parte está el relato de aventuras en la selva, el núcleo de la novela (prácticamente una novela dentro de la novela), la historia de una expedición en busca de oro y diamantes y el encontronazo que tiene lugar con unas criaturas subterráneas con no muy buenas intenciones. Esta parte puede recordar a la anterior obra de Albert Sánchez Piñol, pero que nadie se equivoque: No está volviendo a contar la misma (impresionante) historia cambiando el decorado, aquí cuenta más la aventura (oscura, pero aventura) que el agobio y la tensión casi insoportables de La piel fría. Además, no es esta la historia que realmente explica Pandora en el Congo.
Porque la otra parte de la novela cuenta "la historia de la historia", y es casi más arrebatadora que el segmento selvático.
El protagonista es un escritor primerizo a principios del siglo XX, que se gana la vida como "negro" de un conocido autor de noveluchas pulp de aventuras en la jungla. Al quedar sin trabajo, es contratado por un abogado para que novelice la historia de uno de sus defendidos, condenado a muerte. Así, la narración va saltando entre la historia que cuenta el condenado (la expedición) y los esfuerzos del escritor para conseguir una obra digna, intentando escapar del estilo cutre de sus anteriores obras. Casi diría que, más que una novela de aventuras fantásticas, Pandora en el Congo es una obra que trata sobre la escritura.
Pero Albert Sánchez Piñol es un enamorado de la trama, y aquí consigue que la sección selvática sea arrebatadora, por ritmo e intensidad (que no alcanza las cotas de tensión de La Piel Fría pero lo compensa con un sentido del humor del que carece la anterior), y que la "sección Londinense" suba aún más el nivel, contando los problemas, las dudas, todo el proceso de documentación y creación de la novela, así como la vida del autor en esos tiempos.
Huy, huy, huy... ¿Es una novela supersesuda, para enteradillos?
NO rotundo. Es una novela que engancha desde el principio, escrita con un estilo chispeante, mucho más florido y exhuberante que el usado en La Piel Fria (que era seco hasta decir basta), y un sentido del humor que en ocasiones traspasa claramente los límites del cachondeo. No solo he disfrutado como un enano leyendo Pandora, sino que me he reído con este libro como hacía tiempo que no me reía. De verdad...
"(Obviamente, NO tenemos una explicación plausible para justificar que unos legionarios romanos se hayan perpetuado en la selva y sin el concurso de una matriz femenina. Bien, este es el típico incidente narrativo donde no hay más remedio que recurrir a la TEORÍA DE LAS ESPORAS.)"
Además, no puedo estar más de acuerdo con lo que este libro dice en algún momento: Los buenos y los malos libros, en el fondo, utilizan los mismos ingredientes. Y la diferencia entre los buenos y los malos no es la pertenencia o no a un género o tradición, sino, simplemente, el estilo y la pasión con que estén hechos. Éste, para mi gussto, anda bien sobrado de ambos.
5 comentarios:
Acabo de terminar (pero hace escasos 20 minutos, eh) "La piel fría" y sin palabras... Este va de cabeza a la pila :)
Hola Juanma, un saludo grandote!!
Desde Roma
Estoy de acuerdo contigo. Y aún diría más, como los Hernández y Fernández de Tintín...
Para mí "Pandora en el Congo" también es un metalibro. El amigo Sánchez Piñol ha escrito un libro sobre otro libro. Cierto que la historia del escritor es más fascinante que la de la aventura propiamente dicha. Es más, creo que en cierta manera el autor nos explica cómo se forjó "La piel fría", incluso permitiéndose hacer de crítico de su propia obra.
De nuevo coincido contigo: un buen libro y un mal libro sólo se diferencian por el estilo y la pasión con que están hechos.
Por fortuna Sánchez Piñol nos está dejando unos libros buenísimos.
Javier: No te lo pienses, Pandora es aún más grande que La piel fría. No te decepcionará.
Roma: Un abrazo muuuy grande para ti también!
escritor1: No sé, a mi no me pareció que hablara sobre "La piel fría" en concreto, aunque seguramente haya algo de eso. Me dio la impresión de ser algo más genérico, una especie de burla extremadamente cariñosa de las típicas novelas de exploradores aventureros. Pero, claro, La piel fría tiene un punto pulp que pa qué, así que...
Este libro es tan malo que no lo puedes creer. No hay trama o subtrama que no falle por algún lado. La "Piel fría" era muy bueno y fue un gran éxito, eso explica que hayan publicado este libro. Realmente no sé que puede haber leído nadie para que le guste este truño sin precedentes.
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