"Las instancias que rellené hace ya mucho tiempo, solicitando información, siguen sin duda en el fondo de la miasma de cieno burocrático que constituye la estructura organizativa de las autoridades; tengo la impresión de que todas las preguntas que hice al principio respecto a las dimensiones del puente, los puntos que dicho puente salva, lo que enlaza, etcétera, habrán sido redactadas de nuevo, resumidas, arregladas, pulidas, parafraseadas y vueltas a transmitir con tanta frecuencia, y pasadas por tantos departamentos y oficinas distintos, que para cuando lleguen a manos de alguien capaz de -o dispuesto a -tener la consideración de responder a ellas carecerán virtualmente de sentido..., y aun suponiendo que algún milagro haga que sobrevivan a este proceso sin haberse contaminado tanto como para seguir siendo comprensibles, cualquier respuesta, por más provechosa y paradigmáticamente clara que pudiera ser, habrá degenerado con mayor certeza en una absoluta incomprensibilidad para cuando llegue a mis manos."
1. Estoy leyendo por tercera vez un libro, El puente de un autor del que ya he leído seis o siete novelas más, Ian (M.) Banks. Por tanto puedo decir que estoy familiarizado con su obra. No debería poder sorprenderme. No mucho, al menos. Menos aún si el libro lo he leído ya dos veces. Pero Banks es un cabrón muy bueno, y el libro me tiene aún más fascinado que las otras veces.
"-No puedo evitarlo, Brooke, -digo-. Aquí, según parece, hay demasiadas cosas de las que no se puede hablar: sexo, religión y política, de entrada.
Brooke se queda con el tenedor a medio camino de la boca
-Bien -dice, incómodo-, respecto a... lo primero, no hay problema siempre que uno esté casado, o que la chica tenga licencia, o lo que sea..., pero coño, Orr, -añade bajando el tenedor otra vez-, siempre está con lo de la "religión" y la "política"; ¿A qué se refiere exactamente?
Parece que habla en serio, ¿en qué lío me he metido? Primero ésto y luego una sesión con el doctor Joyce. Todo es lo mismo. Durante los diez minutos siguientes pruebo de darle una explicación a Brooke, quien parece más y más perplejo. Por último, una vez terminada mi aclaración dice:
-Mmm. No sé para qué quiere dos palabras. A mi me suenan a lo mismo."
2. En la primera página, el prota se estampa con el coche. El resto del libro son las alucinaciones (¿pesadillas?) que sufre durante el coma. ¡Qué gran película haría Terry Gilliam con ésto!
1. Estoy leyendo por tercera vez un libro, El puente de un autor del que ya he leído seis o siete novelas más, Ian (M.) Banks. Por tanto puedo decir que estoy familiarizado con su obra. No debería poder sorprenderme. No mucho, al menos. Menos aún si el libro lo he leído ya dos veces. Pero Banks es un cabrón muy bueno, y el libro me tiene aún más fascinado que las otras veces.
"-No puedo evitarlo, Brooke, -digo-. Aquí, según parece, hay demasiadas cosas de las que no se puede hablar: sexo, religión y política, de entrada.
Brooke se queda con el tenedor a medio camino de la boca
-Bien -dice, incómodo-, respecto a... lo primero, no hay problema siempre que uno esté casado, o que la chica tenga licencia, o lo que sea..., pero coño, Orr, -añade bajando el tenedor otra vez-, siempre está con lo de la "religión" y la "política"; ¿A qué se refiere exactamente?
Parece que habla en serio, ¿en qué lío me he metido? Primero ésto y luego una sesión con el doctor Joyce. Todo es lo mismo. Durante los diez minutos siguientes pruebo de darle una explicación a Brooke, quien parece más y más perplejo. Por último, una vez terminada mi aclaración dice:
-Mmm. No sé para qué quiere dos palabras. A mi me suenan a lo mismo."
2. En la primera página, el prota se estampa con el coche. El resto del libro son las alucinaciones (¿pesadillas?) que sufre durante el coma. ¡Qué gran película haría Terry Gilliam con ésto!
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