29.4.06

Valerian

Este cómic me ha cogido por sorpresa. Lo reconozco, soy bastante ignorante en lo que a cómic europeo se refiere, pero visto lo visto creo que tendré que hacer horas extra para subsanar ese error.
Parece mentira que unas historias con tantos años a sus espaldas (¡la primera de las tres que contiene el album es de 1969!) se conserven tan frescas...

Valerian y Laureline son agentes especiotemporales, esto es, se dedican a explorar nuevos mundos y a patrullar la línea del tiempo para evitar modificaciones en la historia. O sea que nos encontramos ante un cómic de ciencia ficción y aventuras. ¡Pero vaya aventuras! Pocos tebeos recuerdo tan trepidantes. Bastan dos o tres páginas para presentar el escenario y, a partir de ahí, cuesta abajo y sin frenos. No hay un solo momento de descanso, y en ningún momento flaquea la imaginación de los autores.
Si en la primera historia (El imperio de los mil planetas) nos muestran un planeta regido por el miedo y el fanatismo religioso, en la segunda (El país sin estrella) nos llevan a un planeta hueco, con un pequeño sol en el centro, en el que lleva siglos desarrollándose una guerra de sexos (literalmente). En la tercera (Mundo ficticio) el recorrido por diferentes momentos y lugares de nuestra historia termina por rizar el rizo.
Todos diferentes y todos espléndidamente creados.

Los protagonistas tienen carisma, tanto el ligeramente atolondrado Valerian como la algo más centrada Laureline. Y el dibujante, Mezières (que trabajó de diseñador en la película El quinto elemento), demuestra ser un verdadero crack, capaz de recrear todo tipo de ambientes y criaturas con absoluta maestría. Lujosos palacios, sórdidos ambientes barriobajeros, grutas infinitas, el salvaje oeste, una batalla de la primera guerra mundial... Nada le queda grande a este monstruo.

Y el escritor, Christin, demuestra estar más que capacitado dotar de caracter propio a todos y cada uno de los lugares y personajes que aparecen en las historias, así como de dotarlas de un ritmo, repito, trepidante y una actitud francamente irónica con las ansias colonialistas de la humanidad.

Pero sobre todo y ante todo están las aventuras. Aventuras sin descanso, batallas estelares, rescates en el último momento... Aventuras de las de antes, pero para nada anticuadas.
Dice Rafael Marín en el prólogo que George Lucas tenías estos tebeos en mente cuando comenzó a crear su Guerra de las galaxias, y después de leer este tomo no queda más remedio que creerle.

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