Luz es un space opera.
A mediados de los 60, sin embargo, una nueva generación de escritores decidieron, y demostraron, que la cf podía servir, además de para contar historias de aventuras futuristas y especular con inventos y avances que harían mejor la vida, para explorar la psicología de la gente. Es decir, cambiaron el espacio exterior por el espacio interior, trayendo al género un arsenal de técnicas literarias inéditas hasta entonces en el mundillo. Las obras se volvieron más oscuras, más experimentales, incluso. Huían del puro y simple escapismo
M. John Harrison, el autor de esta novela, pertenece a éste grupo de autores, cuidadoso con el estilo y amigo de explorar la oscuridad del alma de sus personajes.
Así que Luz no puede sino una rareza.
En una novela clásica, un científico haría un gran descubrimiento que tendría unas enormes consecuencias. Aquí, el científico pasa más tiempo huyendo de visiones, asesinando gente sin motivo y enfangado en una relación malsana que investigando cosas. Y en un space opera común y corriente el explorador galáctico se pasaría la novela viajando, descubriendo maravillas y luchando con malvados aliens, mientras que en Luz el explorador es un yonki de la realidad virtual, huyendo todo el tiempo. También huye la tercera protagonista del libro, una piloto de astronave, o más bien integrada en la nave, convertida en parte de ella.
Es curiosa esta novela. Coge el punto de partida más clásico posible para un space opera y le añade todos los ingredientes para crear una historia clásica de cf galáctica (batallas espaciales, acción, mundos extraños, criaturas increíbles...), pero lo hace todo de manera opuesta a lo esperado. De la misma manera que uno de los protagonistas se huye de una visión surgida de su infancia, la novela huye de lo que fue la cf en su época más clásica. Igual es cosa mía, pero este hecho, unido a que el destino de los protagonistas sea un lugar en el que todo lo imaginable se cumple... No sé, ¿No será que el autor piensa que hay la cf debería huir de los tópicos del pasado, de su infancia? ¿O será que hoy estoy un poco más triquismiquis de lo habitual?
Da igual. En cualquier caso, el libro está muy bien, es ágil, entretenido y posee una carga de profundidad, oscuridad y gusto por lo malsano muy poco habitual.