23.2.07

Un prólogo innecesario

¿Cómo decirlo sin que parezca demasiado raro? A ver qué tal así: Nueva sección presumiblemente semanal en este rincón. A partir de ahora, en los alrededores de cada fin de semana, una pequeña y humilde superguía/galería hipercompleta de seres y lugares del mundodisco. Ya sabéis, ese mundo con forma de pizza geológica (pero sin anchoas) en el que se desarrollan treinta y tantas (en castellano veintitantas) novelas de Terry Pratchett. O dicho de otra forma:

Observad...

Esto es el espacio. A veces lo llaman "la última frontera"

(Lo que no deja de ser una tontería, claro, porque no se puede tener una última frontera, no sería fronteriza con nada. Lo más que puede llegar a ser una frontera es penúltima, y gracias).

Y, destacada contra el gran manto de estrellas, pende una nebulosa, vasta y negra, una gigante roja que brilla como la locura de los dioses...

Y entonces el brillo se percibe como el reflejo de un ojo enorme, y queda eclipsado por el parpadeo de ese ojo, y la oscuridad mueve una aleta, y Gran A'Tuin, la tortuga estelar, sigue nadando por el vacío.

Sobre su caparazón hay cuatro elefantes gigantescos. Algo reposa sobre sus lomos. Es algo bordeado de cataratas, centelleante bajo su solecillo orbital, con las majestuosas montañas que rodean su Eje helado. Es el mundodisco, mundo y espejo de mundos.

Casi irreal.

La realidad no es algo digital, un estado de encendido o apagado, sino analógica. Algo gradual. En otras palabras, la realidad es una cualidad que poseen las cosas de la misma manera que poseen peso, por poner un ejemplo. Se ha llegado a calcular que, en un planeta dado, hay tan solo unas quinientas personas reales, y por eso no dejan de encontrarse accidentalmente unas con otras.

El Mundodisco está al límite de la irrealidad, sólo tiene la dosis justa para existir, y eso por los pelos.



Que viene a ser, más o menos...



... un lugar donde ocurren historias de magia, héroes, dioses, ornitorrincos, monstruos, turistas, un simio bibliotecario y organista(por vuestro bien no le llaméis mono...), glamour, Muerte (no muerte, sino La Muerte, ya sabéis, el tipo alto de la guadaña), ópera, universidades, brujas, Australia, música-con-rocas-dentro, los cuatro jinetes (bueno, un jinete y tres peatones) del apo... bueno, eso. Y más cosas (seguramente todas las cosas que se os ocurran y alguna que no se os ocurriría en la vida). ¿Cómo? ¿Que me explico fatal? Tranquilos, alguien mucho más autorizado que yo se encarga de la presentación.




¿Más claro? Bueno, de momento y como aperitivo pinchad aquí para una primera toma de contacto. Es un cuento cortito, pero menos da una piedra, y para un post-prólogo ya está bien, ¿no? Pues eso. La semana que viene más. Y menos críptico, lo prometo.

(Los párrafos en cursiva son de Rechicero, de Terry Pratchett. Y esta presumiblemente caótica sección está dedicada a Sarichiella, que es una lianta. Ya está, ya lo he dicho...)



21.2.07

La respuesta

Pues sí, amigos, como adivinasteis casi todos de aquí salió el subtítulo de este humilde blog.



¿Veis como no era tan difícil?

18.2.07

Año uno

Es una fecha curiosa, la del 18 de febrero. Tal día como hoy España abolió la esclavitud en Cuba, Mark Twain publicó Huckleberry Finn y KISS sacaron su primer disco. Un 18 de febrero nacieron Jack Palance, John Travolta y Matt Dillon, pero también Yoko Ono, y murieron el dios hindú Krishna, Kublai Khan y el pintor Miguel Angel.

Y un 18 de febrero, más concretamente el de hace un año, comenzaba su andadura este rinconcito. Un año hablando de música, libros, cómics y ciencia ficción. De Philip K. Dick, R. A. Wilson y de libros encontrados en la basura. De cualquier idea peregrina que se pasara por la cabeza de vuestro seguro (y con escaso criterio) servidor. Un año ya. ¿Y sabéis qué?




Pues eso, que aun no he tenido bastante. Sigo sin saber mucho sobre arte pero sabiendo lo que me gusta, como reza el subtítulo del blog.

Hablando de eso: ¿Alguien sabe de dónde viene esa frase, "Maybe I don't know much about art but i know what I like"? Sé que sois uno lectores cojonudos, y tengo que agradeceros a todos vuestra colaboración en forma de comentarios, pero a ver qué tal andáis de culturilla. Una pista: Es un frase final. ¿De un cómic, tal vez? ¿O será de un libro? ¿O de alguna película? ¿O tal vez de algún gag? ¿Y si fuera de una canción? A ver quién lo averigua.

Gracias a todos los que pasáis por aquí. El viaje continúa.

Actualización:Venga, una pistilla. Es de un show televisivo mítico. Su influencia alcanza hasta South Park. Incluso hasta el correo no deseado...

16.2.07

Arqueología cyberpunk

Como casi todas las cosas importantes, el cyberpunk como movimiento literario tuvo unos orígenes muuuuuy humildes. Tan humildes que llamar fanzine a "Cheap truth", la publicación desde la que comenzaron a agitar el mundillo gente como Bruce Sterling y demás "socios fundadores", sería pasarse de generoso. Un simple folio fotocopiado, ésa fue la semilla de todo.

Eso sí, un folio fotocopiado escrito por gente realmente inquieta y sobrada de talento. Y con muchas ganas de discutir y llevar la contraria a todo el mundo.

"...esa mentalidad de "comida-basura" típica del fan de la cf. El FAN VERDADERO de cf no lee a Priest. A Dick y Ballard tampoco. Lee a David Brin, Larry Niven y Anne McCaffrey. Comida basura para el cerebro.

Y lo peor de todo es que se siente orgulloso de ello.
"

Un folio fotocopiado con la mayor densidad posible de hachazos a popes de la cf.

"Pensaba escribir sobre Isaac Asimov, pero despues he pensado ¿Realmente quieres hacer eso? El abuelo no es el problema, es solo otro tipo resucitando un paquete de ideas, tramas y personajes que llevan muertos treinta años y llevándose un montón de pasta y un cohete de cromo. ¡Qué demonios! Si le das a un tipo licencia para robar lo más probable es que acabe haciéndolo"

La cuestión era estar a la contra, incluso si eso provocaba que tuvieran que criticar a alguno de los suyos. Incluso si suponía criticar a LA NOVELA cyberpunk, Neuromante, después de haber sido los primeros y más ruidosos valedores de la misma.

"Pero entonces te das cuenta de que Gibson realmente no sabe mucho de ordenadores, y de que te encuentras en medio de una tópica trama pulp"

Un total de diecisiete número, 20 páginas de meter el dedo en el ojo, llevar la contraria y gritar verdades incómodas sobre un género, salvo excepciones, bastante anquilosado. (Podéis leerlos todos, si sabéis inglés, pinchando aquí). Y cualquier parecido entre la situación que criticaban los cyberpunks y la que vivimos ahora es pura coincidencia.

O no.

5.2.07

El consejo de hierro

"El tren perpetuo se ha vuelto salvaje. El consejo de hierro es ahora un renegado"

La estación de la calle Perdido tiene el honor de ser la primera novela de fantasía que yo haya leído (y llevo unas cuantas) en la que aparecen las palabras "huelga" y "carga policial". Me chocó, qué queréis que os diga, acostumbrado a huír de plagios cada vez más descarados de El señor de los anillos (que sí, es adictiva y memorable, pero también tiene un tufillo reaccionario que pa qué...) encontrarme con una novela con una clara conciencia social y un descarado espíritu contestatario. Además de ser capaz de provocar varios terremotos cerebrales de alta intensidad, con su búsqueda radical de sorprender a cualquier precio.

La Cicatriz, siguiente novela de China Miéville, no me enganchó de la misma manera. Me pareció demasiado. Demasiado ansiosa por epatar, por buscar el más difícil, grande y salvaje todavía.

¿Y qué tal El consejo de hierro? Pues por lo pronto no sorprende tanto como en su día lo hizo Calle Perdido, pero eso es normal. Al desarrollarse en un escenario conocido se pierde el factor sorpresa, y además el autor se muestra bastante más comedido que en La Cicatriz. Esta novela busca menos sorprender a cualquier precio y más explicar una historia potente. El resultado es su novela más equilibrada hasta la fecha.

¿Y de qué va? Pues de una revuelta, y del valor de los símbolos.

Una revuelta contra la autoridad por parte de los oprimidos de Nueva Crobuzón, que sigue resultando un escenario tan fascinante como en Calle Perdido, casi un personaje más de la novela. ¿La rebelión de los oprimidos? Qué original, ¿no? Bueno, hablamos de China Miéville, un tipo que aún atándose en corto tiene cincuenta veces más imaginación de lo normal, así que quizás no sea muy original, pero sí diferente. Una novela de fantasía normal no se cuestiona sobre la importancia (o no) de los artistas a la hora de generar opiniones, ni sobre los límites entre rebelión, revuelta, revolución y terrorismo. Y por supuesto no hacen todo esto en medio de una novela de acción sin descanso.

Y en cuanto a los símbolos... Pensad en un tren. Siempre el mismo recorrido, atrapado en las vías. ¿Se os ocurre una imagen mejor para la rutina, lo predecible y prefijado, la falta de libertad, en definitiva? Pues gran parte de esta novela está dedicada a convertir a ese tren en símbolo de libertad y libre albedrío, y ese tren libertario es la imagen que queda al acabar el libro.

¿He dicho ya que me ha encantado?


Actualización: Ya que estamos con lo de los principios, si pincháis aquí podréis leer las primeras quince páginas de El consejo de hierro.

2.2.07

Principios

Principios de novela, quiero decir. ¿Cuál es vuestro comienzo de novela favorito? No, no hace falta que respondáis (la pregunta es bastante cabrona, lo sé), la pregunta me la he hecho retóricamente (o algo...) a causa de un proyecto en el que me han dejado involucrarme. Se trata de un nuevo blog, Coleccionando principios, una preciosa idea de Sfer (de Librosfera), que va a consistir en eso, precisamente, en una colección de los comienzos preferidos de los colaboradores (un montón, y subiendo. De hecho, si alguien quiere colaborar basta con que se lo comunique a la jefa. Hay sitio para todos).

Se ha puesto en marcha hoy mismo, y la verdad es que no podría haber comenzado mejor: De momento hay ya media docena de comienzos. Umberto Eco al lado de Robert Silverberg, Nabokov (mi primer posteo allí), Pamuk yLuis Mateo Díez. Más variedad imposible. Y lo que falta, porque esto es solo el principio.

Yo. en vuestro lugar, no me lo perdería. Avisados quedáis.