27.10.07
Examen de conciencia
Publicado por Juanma Sincriterio a las 8:32 p. m. 9 comentarios
Etiquetas: comic, halloween, soy leyenda
26.10.07
23.10.07
¡Brutal!
¿Un roadie metalero que es transportado a la dimensión del heavy metal al cortarse con una cuerda de guitarra?
¿Hachas enormes, muñequeras con pinchos, groupies y un prota doblado por Jack Black?
¿Y encima creado por el tipo de Monkey Island, Psychonauts y Full Throttle?
Defnitivamente, Brütal legend es el juego que va a hacer que me compre una consola de las nuevas...
¿Hachas enormes, muñequeras con pinchos, groupies y un prota doblado por Jack Black?
¿Y encima creado por el tipo de Monkey Island, Psychonauts y Full Throttle?
Defnitivamente, Brütal legend es el juego que va a hacer que me compre una consola de las nuevas...
Publicado por Juanma Sincriterio a las 4:26 a. m. 5 comentarios
Etiquetas: videojuegos, videos
18.10.07
Sylar
La segunda temporada de heroes se estrenó con una audiencia de más de catorce millones de espectadores, en la línea de la primera. En su tercer episodio, tres millones y pico se habían perdido por el camino, lo que parece dar alas a los que opinan que la serie va cuesta abajo y que tantos proyectos paralelos (comics, spin offs, documentales falsos, blogs de personajes que apenas aparecen en la serie...), tantas ganas de exprimir la gallina de los huevos de oro, han hecho que los responsables descuiden la serie principal. Que si el inicio de la temporada es muy flojo, que si ya se veía venir porque el final de la primera fue una mierda, que si los nuevos personajes no molan, que si se ha perdido el ritmo y, seguramente el rumbo... Bien, desde aquí envío un rotundo NO a todo eso.
Es cierto que ha comenzado con mucha calma, y que sobre todo los dos primeros episodios no son lo que se dice trepidantes (menos aún si los comparamos con el explosivo comienzo que ha tenido Prison Break), pero tal vez tendríamos que hacer un ejercicio de memoria: ¿Recordáis la primera temporada? La cosa no arrancó de verdad hasta el tercer o el cuarto capítulo. "Save the cheerleader...", la frase que desató la histeria colectiva por la serie, se escuchó por vez primera en el cuarto episodio. El cuento no ha cambiado tanto. Más que flojos, son episodios a medio gas, preparando el terreno para lo que tenga que venir, exactamente lo que fueron los primeros del primer volumen, pero con las expectativas que ha creado la serie en contra. El público supongo que esperaba una continuación, y se ha encontrado con un nuevo comienzo. Todos los personajes han cambiado de situación, y estos primeros capítulos "solo" se dedican a explicarnos su nuevo contexto y a colocarles en el nuevo punto de partida. De ahí la sensación de que no ocurre nada. Pero eso ha cambiado, Sylar ha vuelto, y han empezado a pasar cosas.
Sylar es el verdadero motor de la serie. Es gracias a él que todo se desencadenó en el primer volumen, y es él el responsable del aumento exponencial de interés de la trama de dos de los nuevos personajes en este segundo. Dos personajes que en dos capítulos no despegaban ni a la de tres ven como su historia cobra interés pura y simplemente porque se topan con él... Aparece y las cosas empiezan a moverse. Hay un nuevo y superacojonante (en teoría) enemigo para nuestro heroes, pero el viejo Sylar se ha cobrado ya el doble de víctimas que él. Y en un par de ratos que ha estado en pantalla... Sylar marca el ritmo, y éste solo puede ir en aumento, porque ya se ha puesto en marcha. Y a diferencia del primer volumen, en que le conocimos ya "formado" y con su papel de amenaza asumido del todo, parece que vamos a ver su viaje completo. Y todo viaje implica cambio, evolución... ¿Cómo cambiará Sylar? ¿Se volverá peor aún? ¿O será el protagonista del cambio de bando más sonado posible? En los cómics son habituales los villanos que se pasan al bando de los buenos, y en la serie ya hemos visto algún caso opuesto, así que yo no lo descartaría...
Veremos. De momento, y volviendo al principio del post, Heroes aún no me ha defraudado. Y teniendo en cuenta que ha vuelto el tipo, y que en el próximo capítulo (el quinto) debuta Kristen Bell (con esa promesa de una futura pelea entre rubias, yum...) no veo previsible que lo haga próximamente.
Es cierto que ha comenzado con mucha calma, y que sobre todo los dos primeros episodios no son lo que se dice trepidantes (menos aún si los comparamos con el explosivo comienzo que ha tenido Prison Break), pero tal vez tendríamos que hacer un ejercicio de memoria: ¿Recordáis la primera temporada? La cosa no arrancó de verdad hasta el tercer o el cuarto capítulo. "Save the cheerleader...", la frase que desató la histeria colectiva por la serie, se escuchó por vez primera en el cuarto episodio. El cuento no ha cambiado tanto. Más que flojos, son episodios a medio gas, preparando el terreno para lo que tenga que venir, exactamente lo que fueron los primeros del primer volumen, pero con las expectativas que ha creado la serie en contra. El público supongo que esperaba una continuación, y se ha encontrado con un nuevo comienzo. Todos los personajes han cambiado de situación, y estos primeros capítulos "solo" se dedican a explicarnos su nuevo contexto y a colocarles en el nuevo punto de partida. De ahí la sensación de que no ocurre nada. Pero eso ha cambiado, Sylar ha vuelto, y han empezado a pasar cosas.
Sylar es el verdadero motor de la serie. Es gracias a él que todo se desencadenó en el primer volumen, y es él el responsable del aumento exponencial de interés de la trama de dos de los nuevos personajes en este segundo. Dos personajes que en dos capítulos no despegaban ni a la de tres ven como su historia cobra interés pura y simplemente porque se topan con él... Aparece y las cosas empiezan a moverse. Hay un nuevo y superacojonante (en teoría) enemigo para nuestro heroes, pero el viejo Sylar se ha cobrado ya el doble de víctimas que él. Y en un par de ratos que ha estado en pantalla... Sylar marca el ritmo, y éste solo puede ir en aumento, porque ya se ha puesto en marcha. Y a diferencia del primer volumen, en que le conocimos ya "formado" y con su papel de amenaza asumido del todo, parece que vamos a ver su viaje completo. Y todo viaje implica cambio, evolución... ¿Cómo cambiará Sylar? ¿Se volverá peor aún? ¿O será el protagonista del cambio de bando más sonado posible? En los cómics son habituales los villanos que se pasan al bando de los buenos, y en la serie ya hemos visto algún caso opuesto, así que yo no lo descartaría...
Veremos. De momento, y volviendo al principio del post, Heroes aún no me ha defraudado. Y teniendo en cuenta que ha vuelto el tipo, y que en el próximo capítulo (el quinto) debuta Kristen Bell (con esa promesa de una futura pelea entre rubias, yum...) no veo previsible que lo haga próximamente.
Publicado por Juanma Sincriterio a las 5:32 p. m. 15 comentarios
14.10.07
Sitges
¿Que qué tal por Sitges? A ver, vayamos por partes:
1. Es la última vez que voy al festival de Sitges improvisando sobre la marcha. No es de recibo ver solo tres películas en dos días y arreglármelas para ir de culo y casi sin dormir. Así no se puede ir a ningún lado, oye: Mataró-Sitges=1 hora en coche. Fin de Grindhouse: 05:30 de la madrugada. Inicio de Blade Runner: 11 de la mañana. Teniendo en cuenta que entre ambas sesiones había que volver a Mataró, dormir, y retornar a Sitges, hagan ustedes las cuentas de lo que dormí ese día.
2. Qué bonitas son las citas a ciegas "Mira, voy vestido con unos pantalones, una camiseta a rallas y tengo cara de friki.". Y era verdad, imposible confundir a Forfy. Por si fuera poco, también he tenido el placer de conocer a Dani Lebowski, John Trent y Sir Austin Powers, y reencontrarme con Kuroi Yume, esta vez en su versión pre-zombie. Incluso tuve ocasión de mantener una frenética minicharla telefónica con Saricchiella (Insisto: ¡¡Tendrías que haber venido!!). Gran recuerdo el que me llevo de todos vosotros, en serio. ¡¡Hay que repetir!!
3. Peazo espalda tiene Zoe Bell. Y menudos brazos. Y qué cosas hace en Death Proof. El visionado de la versión íntegra de Grindhouse (Planet terror+trailers falsos+Death Proof) fue brutal. Había visto Planet terror, pero no Death Proof. La primera la disfruté casi tanto como la primera vez, y la segunda me electrizó. Tenía razón Zoe Bell cuando dijo en la presentación de la película que "si tenéis que ir al lavabo hacedlo durante Planet Terror, la buena de verdad es Death Proof". Qué grande ver la película aullando y aplaudiendo a cada momento, casi más un concierto que una sesión de cine. Y qué grande Zoe Bell... En Tarantinospain han colgado un video con la presentación, lo tomo prestado para que os hagáis una idea de cómo estaba el ambiente aquella noche.
4. ¿Qué pasa si justo antes de proyectar Blade Runner (la versión nueva y retocada y definitiva y esta vez de verdad te lo juro por lo más sagrado que ya no la vuelvo a tocar, la versión del director de la versión del director, en definitiva), justo antes, aparece Rutger Hauer en el escenario? Pues que el auditorio se viene abajo. Momento emocionante. La película se ve de lujo en cine, y se mantiene poderosa, no importa cuántas veces la hayas visto.
(Ese señor de ahí abajo es Rutger Hauer, lo juro)
5. Debería estar prohibido venir a un festival como éste y no ver ninguna película de orientales dándose hostias. En The city of violence (un título que no engaña) se reparten muchas hostias. Pero muchas. Y por si eso no bastara, se esfuerza por contar una historia, dotar de cuerpo a los protagonistas y marcarse algunos detalles realmente divertidos. El director, Seung-wan Ryoo dijo de ella al presentarla que era un postre y no un plato principal, y a ese nivel funciona más que bien. Gran banda sonora y, como dijo Yume, la mejores patadas giratorias que se han visto en mucho tiempo.
6. ¿El mejor final posible? Una terraza, compañía inmejorable y muchas risas. A todos los que había en aquella mesa, ha sido un auténtico placer conoceros. Ya cuento los días para la próxima edición. Un abrazo, amiguetes.
1. Es la última vez que voy al festival de Sitges improvisando sobre la marcha. No es de recibo ver solo tres películas en dos días y arreglármelas para ir de culo y casi sin dormir. Así no se puede ir a ningún lado, oye: Mataró-Sitges=1 hora en coche. Fin de Grindhouse: 05:30 de la madrugada. Inicio de Blade Runner: 11 de la mañana. Teniendo en cuenta que entre ambas sesiones había que volver a Mataró, dormir, y retornar a Sitges, hagan ustedes las cuentas de lo que dormí ese día.
2. Qué bonitas son las citas a ciegas "Mira, voy vestido con unos pantalones, una camiseta a rallas y tengo cara de friki.". Y era verdad, imposible confundir a Forfy. Por si fuera poco, también he tenido el placer de conocer a Dani Lebowski, John Trent y Sir Austin Powers, y reencontrarme con Kuroi Yume, esta vez en su versión pre-zombie. Incluso tuve ocasión de mantener una frenética minicharla telefónica con Saricchiella (Insisto: ¡¡Tendrías que haber venido!!). Gran recuerdo el que me llevo de todos vosotros, en serio. ¡¡Hay que repetir!!
3. Peazo espalda tiene Zoe Bell. Y menudos brazos. Y qué cosas hace en Death Proof. El visionado de la versión íntegra de Grindhouse (Planet terror+trailers falsos+Death Proof) fue brutal. Había visto Planet terror, pero no Death Proof. La primera la disfruté casi tanto como la primera vez, y la segunda me electrizó. Tenía razón Zoe Bell cuando dijo en la presentación de la película que "si tenéis que ir al lavabo hacedlo durante Planet Terror, la buena de verdad es Death Proof". Qué grande ver la película aullando y aplaudiendo a cada momento, casi más un concierto que una sesión de cine. Y qué grande Zoe Bell... En Tarantinospain han colgado un video con la presentación, lo tomo prestado para que os hagáis una idea de cómo estaba el ambiente aquella noche.
4. ¿Qué pasa si justo antes de proyectar Blade Runner (la versión nueva y retocada y definitiva y esta vez de verdad te lo juro por lo más sagrado que ya no la vuelvo a tocar, la versión del director de la versión del director, en definitiva), justo antes, aparece Rutger Hauer en el escenario? Pues que el auditorio se viene abajo. Momento emocionante. La película se ve de lujo en cine, y se mantiene poderosa, no importa cuántas veces la hayas visto.
(Ese señor de ahí abajo es Rutger Hauer, lo juro)
5. Debería estar prohibido venir a un festival como éste y no ver ninguna película de orientales dándose hostias. En The city of violence (un título que no engaña) se reparten muchas hostias. Pero muchas. Y por si eso no bastara, se esfuerza por contar una historia, dotar de cuerpo a los protagonistas y marcarse algunos detalles realmente divertidos. El director, Seung-wan Ryoo dijo de ella al presentarla que era un postre y no un plato principal, y a ese nivel funciona más que bien. Gran banda sonora y, como dijo Yume, la mejores patadas giratorias que se han visto en mucho tiempo.
6. ¿El mejor final posible? Una terraza, compañía inmejorable y muchas risas. A todos los que había en aquella mesa, ha sido un auténtico placer conoceros. Ya cuento los días para la próxima edición. Un abrazo, amiguetes.
Publicado por Juanma Sincriterio a las 8:37 p. m. 12 comentarios
10.10.07
Usher II (y más cositas) para Auggie
"¿-El nombre de Usher no le dice nada?
-Nada.
-¿Y el nombre de Edgar Allan Poe?
El señor Bigelow sacudió la cabeza.
-Por supuesto -gruñó delicadamente el señor Stendahl, con desaliento y desprecio a la vez-. ¿Cómo pude pensar que usted conoce al bendito señor Poe? Murió hace mucho tiempo, antes que Lincoln. Quemaron todos sus libros en la Gran Hoguera. Hace ya treinta años... en 1975.
-Ah -dijo juiciosamente el señor Bigelow-. ¡Uno de aquellos!
-Sí, señor Bigelow, uno de aquellos. Allí ardieron Poe y Lovecraft y Hawthorne y Ambrose Bierce, y todos los cuentos terroríficos y fantásticos, y con ellos los cuentos del futuro. Implacablemente. Se dictó una ley. Oh, no era casi nada al principio. Un grano de arena en 1950 y 1960. Primero censuraron las revistas de historietas, las novelas policiales , y naturalmente las películas, siempre en nombre de algo distinto: la política, la religión, los intereses profesionales. Siempre había una minoría temerosa de algo, y una gran mayoría temerosa de la oscuridad, del futuro, del presente, temerosa de sí misma y de su propia sombra.
-Ya.
-Temerosa de la palabra "política", que entre los más reaccionarios acabó por ser sinónimo de "comunismo", de tal modo que emplear esa palabra podía costarle a uno la vida. Y apretando un tornillo aquí y una tuerca allá, presionando, sacudiendo, tironeando, muy pronto convirtieron el arte y la literatura en una pasta de caramelo, retorcida y aplastada, sin consistencia y sin sabor. Poco después las cámaras cinematográficas se detuvieron, los teatros quedaron a oscuras, y de las imprentas que antes inundaban el mundo con libros, revistas y periódicos, brotó una materia inofensiva e insípida, como de un cuentagotas. ¡Oh, hasta el "entretenimiento" era extremista, se lo aseguro!"
Ray Bradbury en Usher II (Crónicas Marcianas).
Menos mal que algunos se libran de la hoguera... De hecho, un algo envejecido ejemplar de Crónicas Marcianas, junto a un tochazo de Robert Graves (que incluye Yo, Claudo y Claudio, el dios y su esposa Mesalina), una novela histórica de Howard Fast, Los Inmigrantes, y una novela llamada Generaciones, de Cristóbal Zaragoza acaban de salvarse, al menos por ahora, y en breves instantes retozarán tranquilamente junto al resto de libros encontrados en la basura, en ese oasis que es el Malkavian. Y es que el proyecto de Auggie, esa minibiblioteca disfuncional que estamos montando, está en plena forma. Y cada vez más guapetón.
-Nada.
-¿Y el nombre de Edgar Allan Poe?
El señor Bigelow sacudió la cabeza.
-Por supuesto -gruñó delicadamente el señor Stendahl, con desaliento y desprecio a la vez-. ¿Cómo pude pensar que usted conoce al bendito señor Poe? Murió hace mucho tiempo, antes que Lincoln. Quemaron todos sus libros en la Gran Hoguera. Hace ya treinta años... en 1975.
-Ah -dijo juiciosamente el señor Bigelow-. ¡Uno de aquellos!
-Sí, señor Bigelow, uno de aquellos. Allí ardieron Poe y Lovecraft y Hawthorne y Ambrose Bierce, y todos los cuentos terroríficos y fantásticos, y con ellos los cuentos del futuro. Implacablemente. Se dictó una ley. Oh, no era casi nada al principio. Un grano de arena en 1950 y 1960. Primero censuraron las revistas de historietas, las novelas policiales , y naturalmente las películas, siempre en nombre de algo distinto: la política, la religión, los intereses profesionales. Siempre había una minoría temerosa de algo, y una gran mayoría temerosa de la oscuridad, del futuro, del presente, temerosa de sí misma y de su propia sombra.
-Ya.
-Temerosa de la palabra "política", que entre los más reaccionarios acabó por ser sinónimo de "comunismo", de tal modo que emplear esa palabra podía costarle a uno la vida. Y apretando un tornillo aquí y una tuerca allá, presionando, sacudiendo, tironeando, muy pronto convirtieron el arte y la literatura en una pasta de caramelo, retorcida y aplastada, sin consistencia y sin sabor. Poco después las cámaras cinematográficas se detuvieron, los teatros quedaron a oscuras, y de las imprentas que antes inundaban el mundo con libros, revistas y periódicos, brotó una materia inofensiva e insípida, como de un cuentagotas. ¡Oh, hasta el "entretenimiento" era extremista, se lo aseguro!"
Ray Bradbury en Usher II (Crónicas Marcianas).
Menos mal que algunos se libran de la hoguera... De hecho, un algo envejecido ejemplar de Crónicas Marcianas, junto a un tochazo de Robert Graves (que incluye Yo, Claudo y Claudio, el dios y su esposa Mesalina), una novela histórica de Howard Fast, Los Inmigrantes, y una novela llamada Generaciones, de Cristóbal Zaragoza acaban de salvarse, al menos por ahora, y en breves instantes retozarán tranquilamente junto al resto de libros encontrados en la basura, en ese oasis que es el Malkavian. Y es que el proyecto de Auggie, esa minibiblioteca disfuncional que estamos montando, está en plena forma. Y cada vez más guapetón.
Publicado por Juanma Sincriterio a las 7:57 p. m. 3 comentarios
Etiquetas: Proyecto de Auggie
3.10.07
Universo de locos
Quien lleve pasando por este rincón algún tiempo sabrá de mi profunda admiración por la obra de Fredric Brown, así que no debería ser ninguna sorpresa que considere este volumen, que contiene no una sino tres de las novelas de cf de este hombre, una joya de las valiosas. Tres novelas independientes, la que da título al volumen, Las estrellas desafiantes ("Por sendas estrelladas" en anteriores ediciones) y tal vez su novela más famosa, ¡Marcianos largo de aquí! (anteriormente conocida como "Marciano, vete a casa" o "Marcianos, go home"). Independientes, pero sin embargo algún que otro punto en común. Para empezar, más que novelas de ciencia ficción me han parecido novelas sobre la ciencia ficción. Sobre los fans, sobre los lectores y sobre los autores. Y para qué negarlo, eso no me lo esperaba.
Siguiendo con esta idea, Universo de locos sería la novela que retrata la ciencia ficción más escapista, las revistas pulp (en las que el mismo Brown publicaba) y la mentalidad cuadriculada del fan típico de la época, el que enviaba cartas enfurecidas a las revistas y fanzines criticando a los autores, exigiendo mejores ilustraciones de señoritas con menos ropa y monstruos más horribles. La mentalidad de este "fan típico" es la que da lugar al universo al que se ve transportado el protagonista (un editor de revista, el que "sufre" todas esas misivas enviadas por fans), un universo surgido de la imaginación uno de los fans. Un momento... ¿Un universo creado por la mente de una persona? ¿Alguien dijo Dick? Pues sí, Fredric Brown es una influencia confesa de Dick, y leyendo esta novela no es difícil ver por qué. Igual que haría Dick años más tarde, el universo en que se desarrolla la historia sirve en realidad para estudiar el tipo de mente que posee el "creador". En este caso, la mente de un fan radical de la ciencia ficción de finales de los años cuarenta. O no, porque no es esa la única pirueta dickiana que esconde Universo de locos.
En Las estrellas desafiantes el tono humorístico desaparece, y lo que hay es una historia bastante más melancólica. Es la historia de alguien con un sueño, alguien ya entrado en años (un protagonista casi anciano era algo bastante excepcional en la ciencia ficción de los primeros años cincuenta) que hará todo lo posible por cumplir su sueño de llegar a las estrellas. Aunque la tecnología del momento afirme que es imposible. No hay aquí ni alienígenas invadiendo nada, ni aventuras de ningún tipo, ni teletransporte... Solo un tipo persiguiendo su sueño. Si Universo... se burlaba de ciertas actitudes del fándom de la época, Las estrellas... es un homenaje a un género. Y un homenaje poco velado, además: El protagonista reconoce en varias ocasiones que su sueño nació leyendo viejas historias de ciencia ficción (entre ellas una tal "Universo demente"...), y no deja de recomendar disfrutar de ellas "¿Qué más da si son malas? Lo importante es que te hagan soñar".
¡Marcianos, largo de aquí! es, seguramente, la novela más conocida de Fredric Brown. Y es seguramente la historia de invasiones marcianas más cachonda que se ha escrito jamás. Y si las anteriores trataban sobre lo mejor y lo peor de la ciencia ficción, en esta ocasión el protagonista es el responsable de todo: El creador. Un escritor de pulps, con la típica crisis del folio en blanco es el centro de la narración. Y luego están los marcianos, claro. Los marcianos más cabrones que se hayan visto. Físicamente inofensivos, pero tocahuevos hasta límites insospechados. Del tipo que aparecen en un funeral mientras todo el mundo habla de lo bueno que era el fallecido e interrumpen para decir "Eh, pues la semana pasada decías que era despreciable" o "¿Sabías que se acostaba con tu mujer?". Ese tipo de mala leche, pero a escala planetaria. Muy cabrones. La mayor parte de la novela consiste en los marcianos dando por culo por todo el mundo, y el resto se centra en la figura del escritor. Un escritor, ya se ha dicho, en crisis, acostumbrado a escribir sobre marcianos pero incapaz de seguir haciéndolo ahora que están a la vista. O sea, un escritor que ha visto como su "visión personal" se ha convertido en la real, en la de todo el mundo.
Siguiendo con esta idea, Universo de locos sería la novela que retrata la ciencia ficción más escapista, las revistas pulp (en las que el mismo Brown publicaba) y la mentalidad cuadriculada del fan típico de la época, el que enviaba cartas enfurecidas a las revistas y fanzines criticando a los autores, exigiendo mejores ilustraciones de señoritas con menos ropa y monstruos más horribles. La mentalidad de este "fan típico" es la que da lugar al universo al que se ve transportado el protagonista (un editor de revista, el que "sufre" todas esas misivas enviadas por fans), un universo surgido de la imaginación uno de los fans. Un momento... ¿Un universo creado por la mente de una persona? ¿Alguien dijo Dick? Pues sí, Fredric Brown es una influencia confesa de Dick, y leyendo esta novela no es difícil ver por qué. Igual que haría Dick años más tarde, el universo en que se desarrolla la historia sirve en realidad para estudiar el tipo de mente que posee el "creador". En este caso, la mente de un fan radical de la ciencia ficción de finales de los años cuarenta. O no, porque no es esa la única pirueta dickiana que esconde Universo de locos.
En Las estrellas desafiantes el tono humorístico desaparece, y lo que hay es una historia bastante más melancólica. Es la historia de alguien con un sueño, alguien ya entrado en años (un protagonista casi anciano era algo bastante excepcional en la ciencia ficción de los primeros años cincuenta) que hará todo lo posible por cumplir su sueño de llegar a las estrellas. Aunque la tecnología del momento afirme que es imposible. No hay aquí ni alienígenas invadiendo nada, ni aventuras de ningún tipo, ni teletransporte... Solo un tipo persiguiendo su sueño. Si Universo... se burlaba de ciertas actitudes del fándom de la época, Las estrellas... es un homenaje a un género. Y un homenaje poco velado, además: El protagonista reconoce en varias ocasiones que su sueño nació leyendo viejas historias de ciencia ficción (entre ellas una tal "Universo demente"...), y no deja de recomendar disfrutar de ellas "¿Qué más da si son malas? Lo importante es que te hagan soñar".
¡Marcianos, largo de aquí! es, seguramente, la novela más conocida de Fredric Brown. Y es seguramente la historia de invasiones marcianas más cachonda que se ha escrito jamás. Y si las anteriores trataban sobre lo mejor y lo peor de la ciencia ficción, en esta ocasión el protagonista es el responsable de todo: El creador. Un escritor de pulps, con la típica crisis del folio en blanco es el centro de la narración. Y luego están los marcianos, claro. Los marcianos más cabrones que se hayan visto. Físicamente inofensivos, pero tocahuevos hasta límites insospechados. Del tipo que aparecen en un funeral mientras todo el mundo habla de lo bueno que era el fallecido e interrumpen para decir "Eh, pues la semana pasada decías que era despreciable" o "¿Sabías que se acostaba con tu mujer?". Ese tipo de mala leche, pero a escala planetaria. Muy cabrones. La mayor parte de la novela consiste en los marcianos dando por culo por todo el mundo, y el resto se centra en la figura del escritor. Un escritor, ya se ha dicho, en crisis, acostumbrado a escribir sobre marcianos pero incapaz de seguir haciéndolo ahora que están a la vista. O sea, un escritor que ha visto como su "visión personal" se ha convertido en la real, en la de todo el mundo.
Publicado por Juanma Sincriterio a las 5:54 p. m. 9 comentarios
Etiquetas: cf, Fredric Brown, libros, reseña
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